Ese bocado en mi alma
Concedemos el brebaje de una nueva solución a nuestros
pecados, admiramos la sintonía de un buen hacer que no sea el nuestro, pero
solo cuando nuestro corazón es libre late en sinfonía de la elegancia que ya
que nos negamos.
La envidia, el temor de ser superado por la indulgencia de
un mal mayor nos desquebraja y forma seres de una maldad oculta en su verdadero
interior, convirtiéndose en depredadores de almas que se alimentan de tu
esencia para sentirse vivos.
Me entristece pensar que no se sabe cambiar el ego por
curiosidad, que la rivalidad son las espadas que ya se hacen daño sin haber
encontrado su objetivo, que no permitas elevar tu espíritu desde las buenas
alas de tu extraordinaria condición.
Cuando intentan devorar mi alma, cuando intentan sumirme en
el caos de la envidia envió y planto la semilla de mis carcajadas y las hago
brotar desde mis entrañas, ya que jamás la brisa contuvo la furia de la llama
que me aviva, ni el agua supo relajar su bravura.
Recuerda, cuando pierdas el control de tu propia guía,
cuando intentes arañar la armadura de tu valentía podrás comprobar que aun
siendo mortales podrás vivir de manera eterna si estas estas dispuesto a
perderte sin más dilación que lo que la imaginación, circunstancias y corazón
te dicten.
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